miércoles, octubre 24, 2007

La risa

La risa es una actividad que ha desconcertado bastante a pensadores de todos los tiempos. Es involuntaria (como todas las respuestas emocionales), contagiosa (nos reímos tres veces más en grupo que solos) y desorganizadora. ¿Qué ventaja evolutiva puede suponer un ruido asociado a la contracción de quince músculos distintos?

Como hipótesis de partida Pinker toma las observaciones de los etólogos: muchos primates emiten sonidos que se pueden equiparar con nuestra risa, y los usan en dos situaciones, cuando un grupo amenaza o ataca a un enemigo común y cuando se simula una pelea entre amigos, precisamente para señalar que no se pretende hacer verdadero daño. Esto es equiparable también al juego humano de los adultos con los niños fingiendo que se le va a pillar o haciéndole cosquillas, que precisamente van dirigidas a la barriga u otras partes vulnerables del cuerpo.

Estos dos comportamientos, con sus variables y complicaciones, se pueden observar también en el ser humano. Como agresión y como juego. En primer lugar es claro que a todos nos desagrada que se rían de nosotros, a veces el humor es bastante sádico y podemos reírnos de las torpezas de los otros e incluso de su dolor, siempre y cuando no le creamos merecedor de la dignidad que aparenta. A menudo nos reímos de los más miserables (a mi juicio humor de mal gusto, como en la telebasura que se ríe de los frikis), de nuestros rivales y adversarios, o bien de los que tienen mayor autoridad, maestros, políticos, famosillos, jefes, etc.

El chiste tiene tres ingredientes, una situación más o menos normal que tropieza con un sinsentido o anomalía, la resolución de esa anomalía con un cambio de lógica o de marco en el que cobre sentido, y el que la dignidad de alguien resulte degradada. Según Koestler, la incongruencia, la resolución y la afrenta.

Cuando escuchamos un relato siempre hay huecos que nuestra mente rellena para darle coherencia (se puede extrapolar esto a personas que se explican mal y el esfuerzo que hacemos por entenderles). Si digo que Anita se subió al tío vivo, nadie imagina a una mujer de sesenta años trepando a la punta de arriba, por ejemplo. En esto se basa la fuerza del ingenio, de la ironía, del sarcasmo, etc. No nos dan una teoría hecha para que la aceptemos o no, sino que, como pasa con las repuestas en forma de enigmas, somos nosotros mismos los que sacamos la conclusión, los que ponemos lo que falta, pillamos el chiste y nos sale la risa espontánea y sincera. En una frase ingeniosa se resume lo que costaría muchas explicaciones y a menudo quien es contestado así queda desarmado incluso aunque el chiste implique una falsedad, porque puede necesitar muchas palabras para refutarla (y porque todo el mundo se está carcajeando).

Así pues encontramos ya tres utilidades evolutivas para el humor agresivo. Una esta relacionada con el prestigio social que en el ser humano se manifiesta en una especie de aura borrosa susceptible de ser menoscabada con un buen chiste que se burle de sus peores cualidades. Esto mismo cobra relevancia y fuerza cuando es mucha gente la que se ríe, todos a una, como una tremenda conspiración que no necesita ser preparada y de la que no se puede culpar a nadie, vaya el cuento del traje del emperador como ejemplo de risa subversiva. Y en tercer lugar esa capacidad persuasiva de que hablaba en el párrafo anterior, si nos reímos tenemos que aceptar lo que de otro modo no estaríamos dispuestos a admitir, al menos hasta cierto punto.

* * *

La dominación y el prestigio social se basan en amenazas implícitas y sobornos y si el dominador no puede hacerlos valer se termina, pero la amistad se basa en un compromiso de ayuda mutua, más incondicional cuanto más profunda la amistad. Los amigos renuncian voluntariamente a lo que les daría una ventaja sobre el otro y la prueba más común para saber si alguien es amigo o si la amistad se mantiene es gastar bromas o tomar el pelo, es como el ataque simulado anunciado por la risa de que hablaba antes. El tono de la broma, la manera de responder, de tomársela, el que la recibe nos habla del grado de amistad. A veces gastamos pequeñas bromas a nuestros superiores para saber hasta que punto la relación es estrictamente profesional, p.e., o si cabe algo más personal.

Y también reímos en las reuniones sociales, hacemos chistes y pequeñas bromas que dan cohesión al grupo, (dejando el humor más ácido para los que no forman parte de él, que también es una forma, más chusca, de obtener esa cohesión), y aquí lo que cuenta Pinker es que en general somos bastante sosos, nos reímos de cosas que tienen poca gracia. Un tal Robert Provine hizo un estudio en un campus universitario con ayudantes que espiaban conversaciones y anotó lo que hacía reír. De ciento veinte ejemplos la mayoría no eran graciosos y los más graciosos de todos habían sido: "No tienes que beber, basta con que nos invites", "¿Tienes un novio de tu especie?" y "¿Trabajas aquí o sólo aparentas estar ocupado?". Jaja, qué malos.

Bueno, aunque no venga mucho al caso cuenta una anécdota-chiste que me ha parecido muy curiosa, y me despido con ella. Un filósofo en un congreso decía que en algunos idiomas la doble negación equivale a afirmar y en otros no, pero que en ninguno la doble afirmación equivale a negación. Se levantó un filósofo al fondo de la sala y dijo con el típico retintín: "sí, sí".

Siguiendo "Cómo funciona la mente" de Esteven Pinker, que a su vez cita a Koestler, Irenaus Ebil-Eibesfedlt, Raymond Hames, Chagnon y Robert Provine.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Como siempre interesantísimo lo que nos muestras. Yo la verdad, me rio mucho, soy risueña por naturaleza, pero los mayores ataques de risa, me dan siempre con mi hermana. Sin ir más lejos, el sábado nos dió tal ataque, que no llegué al lavabo, ibamos por la calle, te puedes imaginar lo que me hice no? jajaja pues sí. Otro lugar donde nos han dado verdaderos ataques incontrolados y lo hemos pasado fatal, es en la iglesia, cuando ibamos hace mil años. Siempre lo recordamos... que horror, que mal lo pasabamos.
Gracias por hacerme pasar este buen rato, hoy me hacía falta...
Un beso

25/10/07 09:06  
Blogger Esscarolo said...

Jaja. Me lo puedo imaginar.

Yo también me reía mucho con mi hermano, en la iglesia, a veces en el ascensor con un vecino, y me acuerdo de los ataques de risa cuando mi madre nos daba unos paquetones de periódicos viejos para llevarlos a vender a peso, el esfuerzo y el cansancio nos hacía troncharnos.

Luego pasaré por tu blog que esta semana he estado muy ocupado.

Besos.

27/10/07 12:53  

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