Acoso moral
En general aparece repentinamente. El acosador cambia en poco tiempo su actitud de amigable a hostil y empieza a criticar el trabajo o las aptitudes del acosado. Lo más característico es que se trata de pequeñas puyas que individualmente apenas podrían considerarse ofensivas pero que sin embargo tienen un efecto devastador sobre quien las sufre.
Al acosado suele pillarle por sorpresa y en un primer momento supone inocentemente que habrá alguna razón para las críticas, de modo que procura esmerarse en sus tareas. Pero nada consigue con ello, el acosador insiste en sus críticas, cada vez menos sutiles, llegando a la burla, el insulto, entrando en terrenos personales, buscando aliados que le sigan sus mofas y tratando de aislar a su víctima.
El acosado que ve la furia del acosador tal vez trate de defenderse mostrándose más amigable, intentando relajar la tensión con chistes y bromas, apelando a la inteligencia o la moralidad del acosador, al sentido común, tratando de hablar civilizadamente, pero sus tácticas se tropiezan con la soberbia y la prepotencia del acosador que se muestra incapaz de admitir la irracionalidad o la inmoralidad de sus actos, aún de reconocer el más mínimo desliz en sus actos.
El acosado se siente cada vez más torpe, su trabajo es denigrado sistemáticamente incluso aunque lleve años haciéndolo sin problemas. Se le encargan las tareas más bajas, por debajo de su capacitación, se le mete en callejones sin salida, como, por ejemplo, si toma la iniciativa se le acusa de hacerlo mal y de no haber preguntado y si pregunta es que no sabe y no tiene iniciativa.
De la manera más simple, más imperceptible -el acosador fácilmente encontrará excusas para defenderse de cualquier acusación de mala intención por su parte-, se consigue destrozar la autoestima del acosado, que, como sabemos, puede llegar al suicidio.
De hecho, y lamentablemente, hay pocas defensas contra este tipo de prácticas. El acosado se siente sólo, temeroso, torpe, incapaz de explicar lo que ha ocurrido, tal vez incluso se sienta culpable, y además puede tener recelos a contar algo tan humillante para sí. Y lo más fuerte es que la mayoría apartamos la mirada cuando lo presenciamos, quizás porque no sabemos reconocerlo, pero también por miedo de que el acosador se vuelva contra nosotros.
Es repugnante destrozar así la dignidad de una persona.
2 Comments:
Esto del acoso, sobre todo el laboral se está hablando mucho últimamente... Me parece una de las formas más duras y retorcidas de hacer daño a alguien, y creo que en muchas ocasiones la envidia tiene mucho que ver.
Un beso dulce
Es posible que la envidida sea un factor importante, leí algo sobre ello aunque en páginas de psicologías poco científicas y preferí obviarlo.
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