miércoles, mayo 24, 2006

Pirrón y la necesidad de conocer

Si queremos vivir tenemos necesidad de conocer, de distinguir lo que es verdadero de lo que es falso, lo que existe de lo que no existe, lo real de lo irreal. Si no lo hiciéramos nuestras vidas acabarían pronto, moriríamos atropellados por un coche, envenenados con lejía o de muchos otros modos que cualquiera puede imaginar.

En general los que niegan la posibilidad de conocer es por considerar que todo lo que percibimos es una ilusión. Pero no son consecuentes con sus ideas, no se paran en medio de la calzada con el semáforo en rojo y suelen dejar de andar cuando llegan al borde de un precipicio.

Una excepción a esta regla tal vez sea el escéptico Pirrón. Vivió entre el 365 y el 360 a.C. Viajó por Asia con Alejandro Magno donde conoció todo tipo de chamanes y gurús con filosofías tipo tao, y fundo su filosofía en tres principios:

-la suspensión del juicio (la epoché), el estado mental gracias al cual es imposible rechazar o aceptar las ideas de los otros,

-la facultad de no expresarse (la afasia)

-y la imperturbabilidad (la ataraxia), o ausencia de angustia

Una vez vio a un sacerdote que había encendido una pira para hacer sacrificio a los dioses meterse en las llamas y abrasarse vivo sin mover un solo músculo, lo que le dejó muy impresionado y le llevó al convencimiento de que la voluntad puede vencer incluso el dolor. Así pues no existen valores o verdades que autoricen a poner la mano en el fuego por ellos: nada, por naturaleza, puede ser considerado bonito o feo, bueno o malo, justo o injusto, verdadero o falso, y no existe diferencia alguna entre disfrutar de óptima salud y estar gravemente enfermos.

Pero tal vez lo más interesante de Pirrón y lo que mejor ilustra lo que dije sobre la inconsecuencia de los idealistas sean las anécdotas que se cuentan de él.

Su escuela no era una escuela, Pirrón no se preocupaba de enseñar, pero a veces se ponía a reflexionar en voz alta y sus discípulos se apiñaban para escucharle. Si en una conversación el interlocutor se iba el seguía hablando y haciendo preguntas como si tal cosa. Una vez su maestro Anaxarco cayó en un pozo de barro y el continúo caminando y hablando como si su maestro siguiera con él, impasibilidad por lo que Anaxarco ¡le felicitó! Caminaba por ahí sin importarle que le arroyara un carro o le devorase alguna fiera. Sólo gracias a sus discípulos, que no le perdían de vista ni un instante, vivió hasta los noventa años.

Admitiendo pues la necesidad de conocer, nos preguntamos: ¿es posible el conocimiento?

2 Comments:

Blogger DaliaNegra said...

Feliz retorno bloguero;)
¿Cómo no va a ser posible el conocimiento?
un beso:)

24/5/06 19:49  
Blogger Esscarolo said...

Gracias, Dalianegra.

Espero que en las proximas entradas quede respondida tu pregunta.

Besos.

27/5/06 13:00  

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